Dulzura, sensibilidad, amor, cariño, mimos, paciencia… son palabras que describen perfectamente como son las sesiones de recién nacido.
Una etapa preciosa, que dura lo mismo que un suspiro y que nunca más vuelve. Tan solo nos queda el recuerdo que podemos casi volver a vivir al cerrar los ojos e imaginar el momento que nuestros brazos lo acurrucaban y el olor tan característico de estos primeros días de vida.
Una etapa perfecta para guardar en forma de fotografía. ¿No os parece?
Fotografía de recién nacido en Zaragoza
Las sesiones de recién nacido son largas, llenas de paciencia y muchísimo cariño. El ritmo lo marcan ellos, tan solo tenemos que propiciarles las condiciones adecuadas y esperar a que Morfeo les atrape en su delicado y dulce sueño.
Y entonces es cuando llega el momento de disfrutar viendo a nuestros bebés dormir, sus manitas minúsculas, sus piececitos que dan ganas de comerlos, esos morritos que de vez en cuando nos deleitan con alguna que otra sonrisa… ¡Se nos cae la baba con los preciosos que son!
Aunque los protagonistas son ellos, me gusta que los papis y hermanos (en caso de tener) forméis parte de este bonito recuerdo.
Al final de la sesión, si todo ha ido bien, reservamos un ratito a realizar fotos con la familia.
Sin duda alguna, y a pesar de todo el trabajo que conllevan tanto en preparación como edición, no lo puedo negar… me encanta trabajar con ellos y ver el resultado final.
A veces, hasta yo misma me pillo con una sonrisa cuando edito las fotos… y es que ¿quién es capaz de resistirse a estos bebotes preciosos? Yo desde luego, me rindo ante ellos.
Espero que disfrutéis de este blog tanto como yo lo he hecho preparándolo, con todo el cariño del mundo.
Esta vez me apetecía algo muy muy dulce, y espero haberlo conseguido
Fotografia de recién nacido en Zaragoza